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La OMS inicia un nuevo capítulo en la lucha contra la obesidad al incluir medicamentos para su tratamiento
UNA ENFERMEDAD QUE AFECTA A 1.000 MILLONES DE PERSONAS

La OMS inicia un nuevo capítulo en la lucha contra la obesidad al incluir medicamentos para su tratamiento

En su primera directiva mundial en ese sentido, la organización indica que medicamentos como el popular Ozempic y/o la tirzepatida pueden ser prescriptos para combatir el sobrepeso.

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La Organización Mundial de la Salud (OMS) dio un paso histórico al publicar su primera directriz global sobre el uso de medicamentos basados en agonistas del receptor GLP-1 —como semaglutida (Ozempic, Wegovy) y tirzepatida (Mounjaro)— para el tratamiento de la obesidad. La decisión marca un cambio de paradigma: por primera vez, la institución reconoce oficialmente que la farmacología debe ocupar un lugar central en la estrategia mundial contra una enfermedad que afecta a más de mil millones de personas.

De la prevención a la medicalización

Durante décadas, la OMS insistió en que la obesidad debía combatirse con prevención, dieta equilibrada y actividad física. Sin embargo, la evidencia científica acumulada en los últimos años demostró que los GLP-1 no solo ayudan a perder peso de manera sostenida, sino que también reducen riesgos asociados como la diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares. La directriz, aunque condicional, legitima su uso en adultos con obesidad, excluyendo mujeres embarazadas, y subraya que deben combinarse con cambios de hábitos.

Las implicancias médicas de la decisión de la OMS son las siguientes:

  • Eficacia comprobada: Los estudios clínicos muestran pérdidas de peso del 15% al 20% en pacientes tratados con GLP-1, cifras inéditas en la historia de la farmacología contra la obesidad.
  • Tratamiento crónico: La OMS reconoce que la obesidad es una enfermedad recurrente, lo que implica que los medicamentos deberán administrarse a largo plazo, como ocurre con la hipertensión o la diabetes.
  • Riesgos y efectos secundarios: Náuseas, vómitos y problemas gastrointestinales siguen siendo frecuentes, lo que obliga a un seguimiento médico estricto.

En cuanto a las implicancias históricas y sociales, pueden señalarse las siguientes:

  • Desigualdad en el acceso: La OMS advierte que el alto costo de estos fármacos puede profundizar las brechas entre países ricos y pobres. En sistemas de salud pública, su incorporación plantea dilemas económicos y éticos.
  • Transformación cultural: La medicalización de la obesidad redefine la percepción social de la enfermedad. Deja de ser vista como un “problema de voluntad” para consolidarse como una condición médica que requiere tratamiento especializado.
  • Presión sobre la industria farmacéutica: La demanda global ya supera la capacidad de producción, generando tensiones entre el mercado, los sistemas de salud y los pacientes.

Un antes y un después en la historia de la salud pública

La directriz de la OMS no es solo un documento técnico: es un acto político y cultural. Reconoce que la obesidad, vinculada a 3,7 millones de muertes en 2024, exige respuestas más allá de la prevención. Al legitimar los GLP-1, la OMS abre un nuevo capítulo en la historia de la medicina, comparable a la introducción de la insulina en el siglo XX.

El desafío ahora será doble: garantizar que estos medicamentos no se conviertan en privilegio de unos pocos y evitar que la farmacología eclipse la necesidad de políticas integrales de alimentación saludable, urbanismo activo y educación.

Así, la OMS no solo autoriza un tratamiento, sino que redefine la narrativa global sobre la obesidad. La enfermedad pasa a ser reconocida como un fenómeno crónico que exige ciencia, equidad y política sanitaria a escala mundial.

 

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